Cuando comencé la práctica de Yoga, nunca pensé que el efecto pudiese ser el que poco a poco fui notando. Y algo parecido fue lo que me ocurrió con el coaching.
El Yoga me abrió la mente y comencé a ver más allá (esto puede sonar a algo sobrenatural :)), con esto quiero decir a ver la vida desde otras perspectivas. Me di cuenta de que no todo es siempre como nuestra mente nos indica y que todo depende de la forma en la que tú quieras interpretarlo.
Tu eres el actor de tu propia vida.
Tenemos claro que existen determinadas situaciones que pueden hacer que nos sintamos mal, pero cuando las afrontas desde otro ángulo, desde la calma, te enfrentas a ellas de otra manera y siendo consciente de lo que está en tus manos para que esa situación cambie y de lo que no está a tu alcance.
Pienso que sobre todo le quitas dramatismo a estas situaciones, las aceptas o te enfrentas al cambio con lo que ello suponga. Las emociones se transforman y aunque ellas afloran, adquieres la capacidad de gestionarlas y de relativizar, que no quitarle importancia.
Con todo esto me refiero al equilibrio que a mi me aportó, a esa forma de enfrentarte a la vida. El Yoga te abre el corazón, te enseña a ser mejor persona, a amar incondicionalmente y a ver lo bello de cada momento, a contemplarlo…